miércoles, 16 de marzo de 2011

UN MES EN LA INDIA


Tras un mes en la India, la vida diaria empieza a ser algo cotidiano; empiezo a acostumbrarme al entorno que me rodea. Ya me resulta hasta cómodo tener que ducharme con un cubo; ahora no me supone un gran esfuerzo comer solo con la mano derecha y sin cubiertos; y me he acostumbrado a los saludos de la gente, a quien hay que dar la mano y a quién no.
El trabajo empieza a ser una rutina a la que me he acostumbrado; la relación y el trato con la gente de la obra y del hospital empieza a ser familiar, ellos ya me conocen y saben quién soy; y yo también se quienes son ellos, me sé sus nombres (aunque parezca increíble) y se cuales son las funciones de cada uno.
Ahora cada vez es menos la gente que me mira por la calle, a quien llamo la atención (o tal vez sea la misma, pero yo ya esté acostumbrado); y cada vez es más la gente que me saluda, no por ser blanco, sino porque nos conocemos de algo.
Tras un mes aquí las cosas fluyen con normalidad. La integración en una sociedad como esta nunca será completa, pero sí que puede llegar a ser suficiente como para no sentirme un extraño; suficiente para poder convivir con normalidad y sin sentirme aislado.
Tras un mes en la India, la experiencia es más que satisfactoria. Sigue siendo algo increíble.

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