lunes, 18 de abril de 2011

Sensaciones


Estamos empezando el verano, 41 grados y subiendo. El aire es cálido y seco; los ventiladores lo mueven sin ninguna posibilidad de enfriarlo.
Todo en torno a mí está a más temperatura que mi propio cuerpo. La cama arde; se hace difícil distinguir si he abierto el grifo de agua fría o de agua caliente; la ropa esta como recién planchada, no por las arrugas, sino por la sensación de calor; el suelo en el exterior quema como una plancha de cocina.

El calor hace que la basura que invade las calles desprenda un olor nauseabundo. La basura se acumula hasta crear montañas de una altura considerable, destinadas a ser pasto de los cerdos o a arder para desaparecer en forma de gases tóxicos.

Entre el olor a putrefacción, se puede distinguir el de las frituras al paso por delante del puesto ambulante.
También se puede distinguir un leve aroma a jazmín al cruzar frente al carrito de las mujeres que cosen flores.
Estos momentos de aromas florales se ven interrumpidos por el fuerte e irrespirable olor del humo negro que desprenden los Rickshaws al pasar. Los Rickshaws son el principal medio de transporte de la India.

Cruzar el pueblo se convierte en una batalla continua de bocinas de coches, camiones, autobuses y motos. El ruido es ensordecedor y llega a ser extremadamente molesto cuando los autobuses accionan sus bocinas estridentes de forma ininterrumpida. Al parecer creen que cuanto más agudo suena la bocina, más posibilidades hay de que se percaten de su presencia.

En cuanto a los colores mis ojos ya se han acostumbrado, pero el abanico es muy amplio; tanto en las vestimentas de la gente como en las fachadas de las casas y en los rótulos pintados en la chapa de los camiones de mercancías. Todo acompañado de sinuosos grafismos hinduistas atípicos para los ojos occidentales.

En lo relativo al paisaje fuera del núcleo urbano, todo es color tierra y verde. Conforme transcurren los días, el verde va oscureciendo y el color tierra va tomando protagonismo. Los arboles a los lados de la carretera empiezan a mostrar unas sorprendentes flores rojas de un tono similar al de los geranios.

El pasado sábado llovió; tras una larga temporada de calor se agradeció enormemente esa tregua meteorológica. La sensación de estar bajo la lluvia sin sentir frío era algo extraño, pero muy gratificante.

 A pesar de mis pretensiones en esta publicación, las sensaciones en la India son muchísimas más, además de ser indescriptibles. Sentirlo para entenderlo.